¿Podrías estar sufriendo el síndrome de tensión-fatiga alérgica?
Ya en la década de 1930, se teorizó que la exposición constante o repetida a un alérgeno ejerce una gran presión sobre el cuerpo, incluido el sistema inmunológico. En última instancia, esta exposición afecta negativamente las defensas del cuerpo y lo deja expuesto a enfermedades y otras complicaciones médicas. Además, estos alérgenos pueden tener un efecto degenerativo en los niveles de energía, provocando fatiga crónica y otros problemas de salud más graves. Según la teoría del síndrome de fatiga-tensión alérgica, cuando se elimina el alérgeno, no sólo se alivian los síntomas de la alergia sino también las afecciones médicas subyacentes causadas por la tensión en los niveles de energía. Mientras …

¿Podrías estar sufriendo el síndrome de tensión-fatiga alérgica?
Ya en la década de 1930, se teorizó que la exposición constante o repetida a un alérgeno ejerce una gran presión sobre el cuerpo, incluido el sistema inmunológico. En última instancia, esta exposición afecta negativamente las defensas del cuerpo y lo deja expuesto a enfermedades y otras complicaciones médicas. Además, estos alérgenos pueden tener un efecto degenerativo en los niveles de energía, provocando fatiga crónica y otros problemas de salud más graves. Según la teoría del síndrome de fatiga-tensión alérgica, cuando se elimina el alérgeno, no sólo se alivian los síntomas de la alergia sino también las afecciones médicas subyacentes causadas por la tensión en los niveles de energía.
Si bien siempre puede haber muchas causas posibles para diversas enfermedades o afecciones, una de esas causas pueden ser alergias no detectadas. Una de las causas más comunes de problemas de fatiga son las alergias, pero la conciencia de ello puede permanecer oculta durante años. Eliminar el alérgeno puede parecer una solución sencilla, pero ¿qué pasa si no puedes escapar de los alérgenos? ¿Qué pasa si ni siquiera puedes identificarlos?
Para la mayoría de las personas, una reacción alérgica significa que ha inhalado, comido o tocado algo que hace que su cuerpo estornude, tosa, pique, se hinche, le lagrimeen los ojos y/o le gotee la nariz. Pero las alergias también pueden ser la causa fundamental de una variedad de enfermedades, que incluyen, entre otras:
> Problemas gastrointestinales como indigestión, estreñimiento, úlceras, etc.
> Dolores de cabeza y migrañas
> Dolor de espalda
> Artritis, dolores articulares, síndrome de piernas inquietas, etc.
> Síntomas cerebrales como confusión mental, depresión y trastorno por déficit de atención.
> Problemas de la piel como erupciones cutáneas, forúnculos, heridas de cicatrización lenta, etc.
> Irregularidades cardíacas
La vida moderna ataca nuestros cuerpos tanto desde fuera como desde dentro. Estamos expuestos a sustancias químicas en el aire que respiramos, el agua que bebemos y los alimentos que comemos.
Considere esto. A principios de siglo, para hacer pan sólo se necesitaban cereales integrales, agua, mantequilla, levadura de panadería y un poco de edulcorante para que la levadura subiera. Hoy en día, una barra de pan moderna puede contener más de 100 ingredientes diferentes, entre ellos conservantes, colorantes, insecticidas, pesticidas y fungicidas, así como residuos químicos de diversos procesos de envasado y limpieza. Estos pueden sensibilizar el sistema inmunológico y hacer que reaccionemos negativamente a muchas otras sustancias.
Nuestros cuerpos todavía están biológicamente programados para funcionar en un entorno mucho más simple. ¿Es de extrañar que el número de personas que se quejan de reacciones alérgicas haya aumentado drásticamente? Al mismo tiempo, las revistas y escuelas de medicina occidentales tradicionales están ampliando sus definiciones de alergias y reconociendo que cuando se enfrenta a un ataque percibido, el sistema inmunológico responde de muchas maneras diferentes, lo que resulta en las dolencias antes mencionadas.
El 19 de septiembre de 2002, el Atlanta Journal Constitution publicó un artículo en el New England Journal of Medicine con hallazgos que contradicen décadas de pensamiento convencional sobre el polvo y las alergias. Donde antes se pensaba que el polvo provocaba alergias y, por tanto, debía evitarse, un estudio europeo ha demostrado que el polvo doméstico en realidad ayuda a proteger a los niños de la fiebre del heno o el asma. Lo mismo se encontró en los niños expuestos a mascotas a una edad temprana.
El diagnóstico convencional implicaba exponer el cuerpo a dosis pequeñas y concentradas de alérgenos potenciales mediante la inyección de la sustancia debajo de la piel. Las áreas que muestran hinchazón y picazón indican una reacción alérgica. El tratamiento suele consistir en una larga serie de “inyecciones contra la alergia” durante un período de tiempo. Cada inyección contiene pequeñas cantidades del alérgeno y la teoría es que el cuerpo va acumulando resistencia lentamente.
Así como se cuestiona y cambia el pensamiento convencional sobre la causa y el efecto de las alergias, los tratamientos para las alergias también se cuestionan y modifican. Hoy en día, existen varias opciones no invasivas, sin medicamentos ni agujas para diagnosticar y tratar las alergias que han brindado alivio a 10 de cada 1000 personas. Estas técnicas suelen utilizar algún tipo de mecanismo de biorretroalimentación para identificar el alérgeno y luego simplemente utilizan algún tipo de punto de presión y respiración para restablecer el cuerpo de modo que no reaccione al alérgeno. El más conocido de ellos es NAET, pero existen muchos otros métodos no invasivos disponibles.
Si sufres de fatiga crónica sin causa conocida, debes investigar la posibilidad de tener síndrome de tensión-fatiga alérgica y averiguar si tienes o no alergias “ocultas”.
Inspirado por Raymond Alexander