Las interacciones con un perro dan como resultado niveles cada vez mayores de actividad cerebral prefrontal
Investigadores dirigidos por Rahel Marti de la Universidad de Basilea en Suiza informan que mirar, sentir y tocar perros reales conduce a una actividad cada vez mayor en la corteza prefrontal del cerebro. El estudio, publicado el 5 de octubre en PLOS ONE, muestra que este efecto persiste después de que los perros ya no están presentes, pero disminuye cuando los perros reales son reemplazados por animales de peluche. Los resultados tienen implicaciones para la terapia clínica asistida por animales. Debido a que se sabe que interactuar con animales, especialmente perros, ayuda a las personas a lidiar con el estrés y la depresión, los investigadores creen que una mejor comprensión de los efectos asociados...

Las interacciones con un perro dan como resultado niveles cada vez mayores de actividad cerebral prefrontal
Investigadores dirigidos por Rahel Marti de la Universidad de Basilea en Suiza informan que mirar, sentir y tocar perros reales conduce a una actividad cada vez mayor en la corteza prefrontal del cerebro. El estudio, publicado el 5 de octubre en PLOS ONE, muestra que este efecto persiste después de que los perros ya no están presentes, pero disminuye cuando los perros reales son reemplazados por animales de peluche. Los resultados tienen implicaciones para la terapia clínica asistida por animales.
Dado que se sabe que la interacción con animales, especialmente perros, ayuda a las personas a afrontar el estrés y la depresión, los investigadores creen que una mejor comprensión de la actividad cerebral asociada podría ayudar a los médicos a desarrollar sistemas mejorados para la terapia asistida por animales. La corteza prefrontal puede ser particularmente relevante porque ayuda a regular y procesar las interacciones sociales y emocionales.
El estudio midió la actividad en la corteza prefrontal del cerebro de forma no invasiva utilizando tecnología de imágenes infrarrojas mientras 19 hombres y 19 mujeres miraban cada uno a un perro, tenían al mismo perro apoyado en sus piernas o lo acariciaban. Cada una de estas condiciones también se llevó a cabo con Leo, un león de peluche peludo al que se le llenó una botella de agua para adaptarse a la temperatura y el peso de los perros.
Los resultados mostraron que la actividad cerebral prefrontal era mayor cuando los participantes interactuaban con perros reales, y que esta diferencia era mayor durante las caricias, la condición más interactiva. Otra diferencia importante fue que la actividad cerebral prefrontal aumentaba cada vez que las personas interactuaban con el perro real. Esto no se observó en interacciones sucesivas con el león de peluche, lo que sugiere que la respuesta puede estar relacionada con la familiaridad o el vínculo social.
Se necesitarán estudios futuros para examinar la cuestión de la familiaridad con más detalle y si acariciar animales puede desencadenar aumentos similares en la actividad cerebral prefrontal en pacientes con déficits socioemocionales.
Los autores añaden: "El presente estudio muestra que la actividad cerebral prefrontal en sujetos sanos aumentó al aumentar la proximidad de la interacción con un perro o un juguete de peluche, pero la activación es particularmente más fuerte al contacto con el perro. Esto sugiere que las interacciones con un perro". podría activar más procesos de atención y producir una mayor excitación emocional que estímulos no vivos comparables.
Fuente:
Referencia:
Martí, R., et al. (2022) Efectos del contacto con un perro sobre la actividad cerebral prefrontal: un estudio controlado. MÁS UNO. doi.org/10.1371/journal.pone.0274833.
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