El trastorno de estrés postraumático después de la violencia sexual está relacionado con profundos cambios cerebrales frontolímbicos
Un nuevo informe de investigación muestra que las mujeres con trastorno de estrés postraumático exhiben cambios significativos en la comunicación cerebral después de la violencia sexual. Las conexiones entre la amígdala y la corteza prefrontal casi pueden perderse.

El trastorno de estrés postraumático después de la violencia sexual está relacionado con profundos cambios cerebrales frontolímbicos
Investigación sobre el trastorno de estrés postraumático en mujeres después de una agresión sexual
Alrededor del 70% de las mujeres que sufren un delito sexual desarrollan un trastorno de estrés postraumático (TEPT). Los científicos han descubierto ahora que muchas de estas mujeres tienen una reducción significativa en la comunicación normal entre dos regiones cerebrales clave involucradas en el procesamiento y control de las emociones: la amígdala y la corteza prefrontal. Para algunas mujeres, la sincronización entre estas áreas puede ser casi nula. Estos resultados se presentaron en la conferencia ECNP en Amsterdam.
Antecedentes del estudio
A nivel mundial, entre el 17% y el 25% de las mujeres sufren agresión sexual, y aproximadamente el 70% de ellas desarrollan posteriormente PTSD. Estudios anteriores sobre el trastorno de estrés postraumático después de desastres naturales, accidentes o guerras han mostrado cambios en la forma en que se comunica el cerebro. Un grupo de científicos españoles ha demostrado ahora que la agresión sexual puede provocar cambios similares en el cerebro.
Detalles sobre la investigación.
Los investigadores estudiaron a 40 mujeres con trastorno de estrés postraumático debido a un trauma sexual reciente (en el último año) que fueron reclutadas en el Hospital de Barcelona. También hubo un grupo de control adecuado. Todas las mujeres se sometieron a escáneres cerebrales (mediante resonancia magnética funcional en estado de reposo) para analizar la conectividad cerebral y su asociación con los síntomas depresivos y de trastorno de estrés postraumático. La resonancia magnética funcional en estado de reposo mide cómo se comunican entre sí las diferentes áreas del cerebro.
Declaraciones del investigador principal
La investigadora principal, la Dra. Lydia Fortea (del Hospital de Barcelona), dijo:
"El trastorno de estrés postraumático después de una agresión sexual suele ser particularmente grave y a menudo se asocia con tasas más altas de depresión, ansiedad e ideación suicida. Aunque la violencia sexual es una de las formas más comunes de trauma en las mujeres, la mayoría de las investigaciones sobre el trastorno de estrés postraumático se han centrado en otros tipos de trauma, como la guerra. Este es uno de los primeros y ciertamente el mayor estudio que vincula el trastorno de estrés postraumático con la agresión sexual en adolescentes y mujeres adultas examinadas".
"Examinamos cómo las regiones cerebrales clave implicadas en la regulación del miedo y las emociones se sincronizan con el resto del cerebro en mujeres con trastorno de estrés postraumático después de una agresión sexual. Nuestra atención se centró en el sistema frontolímbico, que desempeña un papel fundamental en la regulación de las emociones y la respuesta a las amenazas".
Resultados del estudio
"Descubrimos que en 22 de las 40 mujeres con trastorno de estrés postraumático después de una agresión sexual reciente, la comunicación entre la amígdala y la corteza prefrontal casi se perdió, cayendo a cero o casi a cero. La amígdala ayuda a procesar emociones como el miedo, mientras que la corteza prefrontal ayuda a controlar y regular estas emociones. Cuando esta conexión se debilita, el cerebro puede tener dificultades para controlar las respuestas de miedo o regular las emociones, lo que explica por qué las personas con trastorno de estrés postraumático El trastorno de estrés postraumático a menudo experimenta ansiedad intensa y cambios de humor”.
"Sin embargo, no encontramos que estos cambios cerebrales estuvieran directamente relacionados con la gravedad del trastorno de estrés postraumático y los síntomas de depresión. Esto sugiere que si bien esta diferencia en el cerebro podría ser una característica del trastorno en sí, no es necesariamente una señal de cuán graves son los síntomas. Probablemente depende de otros factores".
"Esto respalda la idea de que el trastorno de estrés postraumático después de una agresión sexual está asociado con problemas en los circuitos cerebrales que regulan las emociones y el miedo. Uno de los próximos pasos será examinar si estas interrupciones en la conectividad después de una agresión sexual podrían ayudar a predecir la respuesta a los tratamientos de estrés postraumático. Si es así, podríamos identificar tempranamente qué pacientes tienen mayor riesgo de sufrir peores resultados e intensificar los esfuerzos clínicos para ayudarlas a recuperarse. Hasta ahora es un estudio de 40 mujeres, pero la investigación es en curso. Necesitamos más estudios para confirmar los resultados”.
Comentario de otro experto.
El Dr. Marin Jukić (del Instituto Karolinska de Estocolmo y la Universidad de Belgrado, Serbia) comentó sobre este estudio:
"Este estudio demuestra una profunda falta de comunicación fronto-límbica en mujeres con trastorno de estrés postraumático posterior a una agresión sexual, una población históricamente subrepresentada en la investigación de la conectividad cerebral. El hallazgo de que la comunicación entre la amígdala y la corteza prefrontal puede disminuir hasta casi cero resalta la gravedad de las interrupciones a nivel de circuito en las redes cerebrales reguladoras de las emociones después de un trauma. En particular, la ausencia de una correlación directa con La gravedad de los síntomas sugiere que estos déficits de conectividad pueden servir más como un signo biológico del trastorno que como un marcador dependiente de la condición. Esto plantea la posibilidad de que dichos trastornos puedan convertirse en biomarcadores predictivos de la respuesta a los tratamientos, que guiarían las intervenciones personalizadas. Sin embargo, se necesitan estudios longitudinales más amplios para determinar cómo se desarrollan estos patrones neuronales y si las terapias dirigidas pueden mejorar la conectividad”.
Este es un comentario independiente; El Dr. Jukić no participó en esta investigación.
Fuentes: