La investigación arroja luz sobre el impacto duradero de las etiquetas geográficas en los informes de pandemias
“Virus de China”, el virus chino – A principios de la pandemia de 2020, probablemente te topaste con este epíteto en los medios. El uso de etiquetas geográficas para definir la enfermedad (Covid-19) y el virus que la causó (SARS-CoV-2) ha tenido importantes consecuencias para la opinión pública, alimentando y reforzando prejuicios -a veces con resultados muy graves- contra determinadas personas y países que han sido acusados de desempeñar un papel causal en la propagación del encarcelamiento. El nombre neutro COVID-19, propuesto para la enfermedad a mediados de febrero de 2020, fue rápidamente adoptado en todo el mundo. Sin embargo, los nombres geográficos volvieron a surgir con variantes posteriores de...
La investigación arroja luz sobre el impacto duradero de las etiquetas geográficas en los informes de pandemias
“Virus de China”, el virus chino – A principios de la pandemia de 2020, probablemente te topaste con este epíteto en los medios. El uso de etiquetas geográficas para definir la enfermedad (Covid-19) y el virus que la causó (SARS-CoV-2) ha tenido importantes consecuencias para la opinión pública, alimentando y reforzando prejuicios -a veces con resultados muy graves- contra determinadas personas y países que han sido acusados de desempeñar un papel causal en la propagación del encarcelamiento. El nombre neutro COVID-19, propuesto para la enfermedad a mediados de febrero de 2020, fue rápidamente adoptado en todo el mundo. Sin embargo, los nombres geográficos volvieron a surgir con variantes posteriores del virus: en los medios de comunicación y en el lenguaje cotidiano, la gente se refería a las variantes “india”, “británica” o “sudafricana”, entre otras.
Para contrarrestar esta tendencia, la OMS introdujo una nomenclatura basada en letras griegas -Alfa, Beta, Delta, etc.- completamente neutra y libre de referencias geográficas. Un estudio publicado en elRevista de Comunicación Científica (JCOM)Analizó el impacto de este cambio en los medios australianos y demostró que, aunque el cambio a nombres neutrales se produjo relativamente rápido después del anuncio, los efectos positivos en la reducción del estigma potencial siguieron siendo sólo parciales.
Este hallazgo demuestra la importancia de ampliar la investigación sobre este tema para establecer políticas de comunicación efectivas en los planes nacionales y globales de respuesta a una pandemia.
A principios de 2020, Italia fue uno de los primeros países afectados por lo que los medios de comunicación denominaron ampliamente el “virus de Wuhan”. Esos mismos días se registraron graves incidentes racistas contra ciudadanos de nacionalidad china, como en Brescia, donde a principios de febrero miembros de un partido político de extrema derecha grabaron folletos amenazantes frente a negocios regentados por ciudadanos chinos. Episodios tan graves son sólo la punta del iceberg de un prejuicio generalizado en este momento, reforzado por la denominación geográfica del virus y de la enfermedad, si no.
Para contrarrestar esta tendencia, el 11 de febrero de 2020 se anunció y adoptó oficialmente el nombre de Covid-19 para la enfermedad. Sin embargo, a medida que surgieron nuevas variantes del virus, el uso de nombres geográficos para referirse a ellas desapareció.
Es evidente que los Estados y las organizaciones supranacionales no estaban preparados para el impacto comunicativo de la pandemia, dejando a las denominaciones geográficas por delante de la respuesta.
¿Pero fue suficiente para solucionar el problema más tarde? No exactamente. Aunque la transición a los nombres de las letras griegas se adoptó con bastante rapidez, la caracterización geográfica del virus no desapareció tan rápidamente. “
Lucy Campbell, investigadora australiana y primera autora del estudio JCOM
Campbell midió explícitamente esta desconexión entre los nuevos nombres y el estigma actual analizando datos de los medios australianos como estudio de caso. Examinó artículos periodísticos publicados entre el 11 de mayo y finales de junio de 2021, que informaban sobre el período justo antes y después del anuncio de la OMS (realizado el 31 de mayo). En el período previo al anuncio, las referencias geográficas constituyeron la gran mayoría de los nombres (casi el 70%), mientras que el resto de los casos utilizaron el nombre alfanumérico (científico) del virus. Después del anuncio de junio, los nombres de letras alfanuméricas y especialmente griegas cubrieron más del 70% de los casos, lo que demuestra que los periódicos habían acogido en gran medida el cambio.
Sin embargo, los efectos del “encuadre” geográfico no desaparecieron tan rápidamente.
“La cobertura mediática australiana del SARS-COV-2 siguió mostrando una prevalencia de encuadres negativos y atribuciones causales, tanto en los titulares como en los propios artículos”, explica Campbell. "Aunque se utilizaron letras griegas en los nombres, los artículos aún contenían referencias geográficas que transmitían una sensación de amenaza o atribución negativa".
Este hallazgo muestra que a pesar de los intentos de abordar el problema después de que las etiquetas geográficas ya habían desencadenado un prejuicio generalizado, es posible que los efectos no se hayan erradicado rápidamente con la introducción de los nuevos nombres.
"Por lo tanto, es importante continuar la investigación en este ámbito", concluye Campbell, "para desarrollar herramientas y estrategias comunes para una comunicación adecuada en caso de nuevas pandemias, herramientas que puedan implementarse directamente desde las primeras etapas de la gestión de crisis para prevenir las consecuencias negativas y los incidentes que hemos observado en el caso de Covid -19".
Fuentes:
Campbell, L. y Lamberts, R., (2025). Enfermedad, denominación y desestigmatización: un análisis de contenido de la denominación y cambio de denominación de las variantes del SARS-CoV-2 en los medios de comunicación australianos. Revista de comunicación científica. doi.org/10.22323/147120250611100041.